13 marzo 2006

The Rolling Stones y yo


En el siguiente testimonio escrito por el peruano Rafael Cerda García, conocerá las aventuras y desventuras de este fanático que ahorró todo lo que pudo, dejó a su familia y viajó en bus durante cinco días, sólo para ver en vivo a su grupo de toda la vida: The Rolling Stones, legendaria banda inglesa liderada por Mick Jagger, la cual se presentó el 21 de febrero en la ciudad de Buenos Aires. Apenas me enteré de esta travesía lo animé para que escribiera algo al respecto y así lo hizo. Sin más preámbulo leamos su testimonio.

Por: Rafael Cerda García *
¿Valdrá la pena recorrer cuatro mil ochocientos kilómetros por tierra de Lima a Buenos Aires? No lo sé...¿Estar cuatro días metido dentro de un bus soportando el calor, frío, hambre y muchas veces el aburrimiento? Tampoco lo sé...¿Valdrá la pena hacerlo todo por los Rolling Stones, a quienes siempre ansiaba apreciar en vivo?.
Confieso que, durante el trayecto, muchas veces me arrepentí de esta aventura...Pero cuando atravesé la puerta de control que separa la calle del Estadio de River Plate y vi el escenario gigantesco como el que miles de veces contemplé sólo por TV o en videos, supe que este sacrificio, el dinero ahorrado y gastado, la incertidumbre de estar en un lugar extraño y ese cosquilleo en el estomago que nos da cada vez que hacemos una locura, bien valieron la pena. Y lo valieron mucho.
Soy un fanático de los Stones desde los quince años de edad. Y jamás me imaginé poder verlos en vivo. Simplemente era como pensar en ir a la luna o algo así. Primero, porque no creí que duraran tanto, como para que pasado el año 2000 sigan haciendo conciertos y; segundo, porque sería un milagro que vinieran acá. Pero cuando en noviembre anunciaron que iban a Argentina, estaba listo para hacer esta locura.
Entonces llamé a Julio Revoredo otro fanático de los Stones y amigo de mi época universitaria que por esas cosas del destino se fue a Chile en busca de trabajo. Fue Julio quien hizo un contacto con un conocido que vive en Buenos Aires para que nos comprara las entradas. Lástima que se agotaron y no tuvimos otra opción que acudir a la reventa.

Rumbo a Argentina
Partimos desde Lima, mi primo Diego y yo, rumbo a Buenos Aires con cinco días de anticipación al show del 21 de febrero. En la ciudad argentina iba a esperarnos mi amigo Julio, quien de seguro nos iba a asesorar sobre los documentos que se requieren en ese país.
¿El Viaje? A quienes nunca han hecho un viaje de varios días en bus les recomiendo que nunca lo hagan. Es horrible. Desespera. Pueden llevar un libro para leer, pero no puedes leer todo el día...Escuchar música tampoco es divertido después de hacerlo con auriculares durante tres horas seguidas...La charla más amena con otro pasajero de todas maneras acaba pronto...Y los paisajes pueden ser hermosos e impresionantes, pero al final sólo quieres llegar cuanto antes a tu destino y la verdad es que la espera desespera. Y por eso nos sentimos muy aliviados al llegar.

Buenos Aires, querido
Por fin llegó el día 20. Faltaban pocas horas para ser testigos de un megacocierto. Antes, nos reunimos Diego, Julio y yo. En ese lugar comprobamos in situ algo que nunca habíamos vivido: la fiebre de una ciudad por sus ídolos.
Yo particularmente nunca vi en Lima algo parecido ni siquiera con artistas que en su momento son tan populares que te cansa escuchar su nombre. Nada de Parchis, Menudo, Servando y Florentino ni que ocho cuartos...Estos eran artistas grandes que sí merecen toda esa locura que pudimos ver. No era para nada un cliché decir que Buenos Aires era la capital Stone por excelencia. En verdad lo era.
Es por eso que los integrantes de este grupo inglés aman a este país. Quienes consigan su entrada en Estados Unidos o Europa, por ejemplo, solo observarán un show impecable que ha sido ejecutado ya casi en 60 ocasiones, desde que comenzó su gira el mes de agosto del año pasado. Pero los grupos de rock, y muy en especial los Rolling Stones, no están integrados solo por los ejecutantes, sino también por una audiencia con posibilidad de inyectar adrenalina a los músicos directamente a la yugular. A diferencia de países desarrollados, donde el espacio vital de los asistentes -en su mayoría entre 30 y 40 años- está determinado por las sillas desde el Steel Wheels Tour; en contraste con los recitales del 2003 en la arena de Wembley, donde ingleses entre 50 y 60 años promedio los disfrutaron sentados como si contemplaran una orquesta; en Buenos aires, los argentinos de un solo pinchazo catapultaron el martes pasado a los Rolling Stones a principios de los años ochenta.

Los Stones en acción
Como si se tratara de un túnel del tiempo, la mayoría de los 60 mil fanáticos que poblaron el estadio del River Plate ese 21 de febrero de 2006, agitaban sus cuerpos de entre 16 y 25 años de vida como miembros de una colonia de serpientes enlazados entre sí, provocando que los cada vez más satánicos y arrugados rostros de los Rolling, fueran sólo máscaras que disfrazan a los jóvenes actores de una compañía de teatro. Sin asientos de por medio, sin más de 50 dólares para desembolsar y poder participar en el show desde la cancha, los argentinos hicieron por alrededor de 500, que Mick Jagger corriera por el escenario como no lo hacía desde 1981 en la gira Tatoo You cuando, al igual que ayer, la voz de la muchedumbre se imponía en ocasiones sobre el sonido de la banda.
Cuando se encendió la pantalla gigante mi corazón no dejaba de palpitar a mil por hora. Estábamos en la cancha y la emoción hacía que los miles de cuerpos que estaban allí se muevan con desesperación al saber que ya empezaba lo bueno. ¡¡¡Qué calor y que bochorno!!!! El aire faltaba y el calor era infernal pero no nos dábamos cuenta de eso contemplando los primeros movimientos en el escenario. Y dieron las nueva y cincuenta de la noche.
Desde Jumping Jack Flash, al inicio del show, el público se convirtió en una masa danzarina, convirtió al Rock en una poga gigante, en una gran baile circular y por lo tanto árabe, cuyo impulso hizo que Jagger con sus 62 años de sexo, drogas y Rock n Roll, soltara con enorme convicción su conocido “Es solo rock´n´roll, pero me gusta”.
Llegó Rain Fall Down del último disco y el sonido de los Stones se volvió una amalgama de Blues y Reggae, mientras el sudor de cada uno se convertía en el sudor de todos, y anticipando lo que serían los mayores movimientos migratorios de la cancha: los que se darían cuando del escenario se desprendiera una pequeña nave en la que se transportaron los Stones para tocar Miss You, Rough Justice y Start Me Up a medio campo.
“Los Stones, los Stones, amo a los Stones”, se escuchaba desde todas las esquinas del estadio, desde cada pedazo de tierra del campo de fútbol, más fuerte que si fuera un partido de Argentina por el campeonato del mundo. “Los Stones, los Stones, amo a los Stones”, ¿Quién en algún rincón del mundo hace coros cantando amo a los Stones? Y tenía que llegar el momento del Blues al dar inicio Midnight Rambler, en una versión tan larga, pero mejor que la de su celebrado disco en vivo “Get Yer Ya Ya´s Out” de 1969. Para muchos, quizá la mayor versión que jamás se haya ejecutado, y que apaciguó a la masa de ofidios, encantados por Jagger, mismo Harmoniquista de Hamelin.
Cómo en todas las crónicas, se habla más de Jagger, símbolo del grupo frente a la opinión pública. Es él quien provoca más seguidores al aparecer frente a la prensa como parte del Jet-Set y el mundo de la moda. Pero en la devoción por esta banda, hay una segunda religión, subterránea y rockanrolera, la que basa su culto en Keith Richards, a quien el martes la vaticana multitud pidió su santificación.
Los “Ole, Ole, Ole, Olaaaaa, Richaaards, Richaaards, Richaaards”, que duraron varios minutos al momento de la presentación, hicieron que el legendario guitarrista se conmoviera al borde de las lágrimas y que en señal de pena, cubriera con las manos sus ojos repentinamente húmedos, antes de confesar frente al micrófono que la larga ovación le había hecho olvidar como presentar la siguiente canción. El gesto mereció aún más “ole olaaaas”, pero Richards alcanzó a reponerse para ejecutar “This Place is Empty” -en un concierto donde las baladas fueron reducidas al mínimo- y proseguir también con su canción “Happy”, brindando a la multitud uno de los desempeños mas emotivos que ha tenido en toda su carrera.

Locura total
¡Qué locura era esta que se vivía dentro de un estadio!!!. Finalmente el movimiento termino por separarnos a mi y a mis amigos peruanos....yo solo no quería perderme el ver a los Stones lo más cerca posible cuando el escenario empezó a moverse hacia el centro del estadio.
En plena interpretación de su clasico “Miss You” los Stones terminaron de comprobar la histeria colectiva que provocan en Argentina. Todos moviéndose como locos tarareando canciones que muchos ni saben lo que están diciendo. Es lo mas cerca que estuve de ellos, a tres o cuatro metros quizá... los Stones se ven y se mueven igual que en los videos... no son ni muy altos, tampoco les sobran arrugas...Jagger es igualito, tantas veces de verlo por videos de conciertos ya me dejo una idea prefijada quizá; Ron Wood igual, Charlie Watts con la misma cara de palo de siempre, aunque se nota que se esfuerza al máximo para imponer el ritmo. De hecho no es lo mismo ser un baterista de 25 años que uno de 62. Le cuesta y ahí están sus brazos musculosos en un rostro de abuelito bonachón demostrando que hace su trabajo con mucha dignidad.
Y Keith Richards... alguna vez oí a alguien decir que “ese tio tiene la piel de reptil”. La descripción ahora no me parecía tan descabellada: parece un maleante de verdad...arrugado, con la piel pegada a los huesos...flaquísimo. Pero qué maravilloso es verlo tocar y disfrutar de lo que hace!!!.
Luego de dos horas cinco minutos, este público se vio obligado a admitir que la misa había terminado y que su sacerdote favorito no saldría más al escenario, por más que el público continuara coreando el riff de “Satisfaction”, a pesar de que la canción había terminado. Argentina es el único país donde la mayoría de los fanáticos profesa la religión Stone y eso se explica porque la raigambre rockanrolera de este país no tiene comparación en el mundo. Pudimos verlo. Julio me contó que no lo pudo evitar y lloró al acabar el concierto.
Mientras una lluvia de fuegos artificiales que ya de por sí nos hubiera impresionado sino hubiéramos visto el concierto, yo miraba el escenario con los músicos despidiéndose, a un fan muy audaz que pudo subirse unos segundos al mismo para abrazar a sus ídolos, a la gente ya comentando un hecho que nunca olvidarían en sus vidas, y yo, solo en el medio , muerto de sed pero tan feliz como nunca creo haber estado en mi vida, veía una etapa de mi vida acabarse después de ver un sueño cumplido. Solo quedaban los recuerdos frescos que seguro algún día contare a mis nietos.
A la medianoche, de vuelta a la realidad, solamente quedaba buscar a mis amigos, comer algo, preparar la vuelta a Lima, contarle a todo el mundo lo que vi y desde luego, seguir buscando satisfacción. Aunque después de lo visto, en realidad, eso estará bien dificil.


* Rafael Cerda García estudió Comunicación Social en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

4 comentarios:

carla vanessa dijo...

Wena, si Dylan viniera a Argentina o a cualquier país cerca al Perú, ten por seguro que yo haría lo mismo !!!

Anónimo dijo...

buenisimo el relato, me emocione al leerlo y recordar esas noches de pura satisfaccion. Mariano

Anónimo dijo...

hola: la verdad me encanto tu relato...yo tambien fui el mismo dia que vos y lo mas loko es que fui sin entrada y pude entrar jajaja.yo vivo en buenos aires y la verdad es que me encanto lo que dijiste... que buenos aires era la capital stone!
aca somos asi,vivimos el rock de otra manera,de manera mas fervorosa... me alegro que hallas podido vivir tan hermosa sensacion...ya que yo tambien la vivi..mas que nada el momento cuando pase las vallas de ingreso ahi me largue a llorar de la emocion con mi amiga...bueno chabon suerte!!! aguante callejeros

francisca dijo...

Estimado Sandro, soy Pilar, acabo de leer---con sumo retraso--esta emocional y fanática crònica de nuestro querido y talentoso Rafael Cerda García, en verdad te felicito xpor haber logrado que Cerda escribiera en tu blog. Coincido con nuestro amigo Cèsar que debe de haber una segunda parte, con la fotos. Aunque, ya pasò bastante tiempo, los stones, nunca pasaràn de moda y siempre seràn bienvenidas sus crònica. Saludos, a toda tu querida familia y sorry, x mi ausencia-