
En el blog de periodismo digital de la PUCP aparece una nota titulada El plagio, una práctica que pierde gracias a Google, en la que se critica, con toda razón, la mala costumbre que tiene un puñado de “periodistas” que “trabajan libremente con los contenidos de otros sin citar fuentes ni respetar la propiedad intelectual”. En vez de enriquecer sus artículos, entrevistas, informes o reportajes, con la cuantiosa y valiosa información que existe en Internet, más bien sólo atinan a copiar y pegar, sin rubor alguno. Al tacho van los créditos o los derechos de autor. Y esto no sólo envuelve a la prensa escrita, pues en la radio o la televisión también se ven casos de “piratería” de contenidos. A veces hasta lo presentan como grandes primicias, cuando en verdad tales notas aparecieron con anticipación en algún medio escrito o en los propios weblogs.
El caso Expreso
Recuerdo que hace tres años, leí en el diario Expreso, una crónica sobre las personas obesas en el Perú. La entrada de esa nota me parecía bastante original y creativa. Pero de pronto la nota perdía ese “salero” con la que había empezado.Entonces tuve una sospecha: piratería. Y así fue. Luego supe que la autora de dicha crónica era un practicante que luego fue “jalada” en su curso y despedida del diario por actuar de mala manera. Y a los pocos días, la sección de crónicas de Expreso fue cerrada.
Rol del maestro
El tema del plagio es un delito. No importa si lo cometió un recorrido hombre de prensa o un practicante. Por eso es fundamental que los maestros del periodismo inculquen a sus alumnos acerca de la importancia que tienen los valores en una sociedad.
Más todavía, cuando no hace mucho la prensa peruana fue secuestrada durante el régimen de Alberto Fujimori. Consecuencia: la gente perdió credibilidad en los medios de comunicación.No hay duda, pues, que la ética y la práctica de cualquier profesión van de la mano. ¿ O acaso alguien piensa lo contrario?.