¿Quién lo dice? El periodista científico Pere Estupinyà, en una entrevista concedida al Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC). El colega español acaba de presentar el libro "El ladrón de cerebros", en el que narra cómo se infiltró "en los principales laboratorios y centros de investigación del mundo con el objetivo de robar el conocimiento de los verdaderos héroes del siglo XXI —los científicos— y compartirlo con sus lectores", reza en el sitio web del mencionado texto.
Por estos días, Pere Estupinyà se encuentra de visita en Perú y, seguramente, compartirá su amplia experiencia en un tema que merece mayor impulso en este país: la comunicación científica.
Lleva años dedicándose a la comunicación y divulgación científica. ¿Qué ha significado para usted la publicación de El ladrón de cerebros?
A título personal, una ilusión enorme. Escribir un libro se convirtió en un reto más duro de lo que me había imaginado. Pero ahora estoy encantadísimo con el resultado y la aceptación que está teniendo. A título profesional, me está permitiendo llegar a muchas más personas –unos que ofrecen información científica y otros que la buscan–, y veo que desde esta encrucijada se abren nuevas ventanas. Tras volcar todas estas enseñanzas e ideas en el libro tuve la sensación de que El ladrón de cerebros era el fin de un ciclo, pero ahora estoy viendo que significará el inicio de otro.
¿Qué le hizo abandonar el doctorado en genética y decantarse por el periodismo científico?
La inquietud y falta de paciencia. A mí me encantaba la ciencia y estaba convencido de que mi trabajo sería la investigación. Pero pasé un año entero haciendo una técnica llamada PCR y sin ninguna expectativa de mejora. Entonces busqué una manera de continuar vinculado con la ciencia de primer nivel sin necesidad de pasar todo el día en el laboratorio. Y se me ocurrió la comunicación. Ser un crítico culinario en lugar de cocinero. Di el salto a la profesionalización con la oportunidad que me dio Eduard Punset en Redes. Empezó como una aventura y –sin dejar de serlo –se ha convertido en una profesión. Pero quiero resaltar que me siento más científico que comunicador.
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